He perdido la cuenta de las veces que he ido a Alemania y uno de los sitios imprescindibles y del que vamos a hablar hoy es El castillo de Neuschwanstein.
El Castillo de Neuschwastein
El castillo de Neuschwanstein, uno de los destinos más emblemáticos de Alemania, se alza majestuoso entre las montañas alpinas, rodeado de frondosos bosques, lagos cristalinos y cascadas impresionantes. Su construcción data de finales del siglo XIX y fue concebida por el excéntrico rey Luis II de Baviera, conocido como el «Rey loco«. Este castillo no solo es un símbolo de la región, sino también un reflejo del ferviente deseo del rey de escapar de la vida pública y sumergirse en un mundo de fantasía y arte, inspirado por las obras de Richard Wagner, su compositor favorito.
El arquitecto Christian Jank, aunque no era arquitecto de formación, consiguió plasmar los sueños del rey en este castillo.
El castillo está ubicado en la región de Füssen, en plena Baviera, una zona de una belleza natural sobrecogedora. Al estar rodeado por los Alpes Bávaros, es habitual que, durante la caminata hacia el castillo, te encuentres inmerso en la naturaleza, rodeado por imponentes montañas, cascadas de agua fresca y el pintoresco lago Schwansee. Este entorno natural es perfecto para los amantes del senderismo, la fotografía o simplemente para aquellos que quieran tomarse un respiro de la vida urbana y disfrutar de la tranquilidad que ofrece este idílico paisaje.
Aunque el castillo cuenta con la asombrosa cifra de 360 habitaciones, la realidad es que solo 14 de ellas fueron finalizadas, ya que Luis II fue depuesto poco antes de su misteriosa muerte en 1886. Las habitaciones completadas están exquisitamente decoradas con motivos inspirados en las leyendas y mitologías alemanas, además de escenas de las óperas de Richard Wagner. No obstante, la inacabada construcción de este palacio no le resta majestuosidad; de hecho, añade una capa de misterio..
Para acceder al castillo, los visitantes deben dejar el coche en un aparcamiento a los pies de la montaña. Desde allí, las opciones para subir incluyen una caminata de aproximadamente 30 minutos cuesta arriba, o si prefieres algo más cómodo, puedes optar por un carruaje tirado por caballos o un autocar. Sin embargo, te recomiendo que hagas la subida a pie si las condiciones lo permiten. El paseo a través del bosque, entre árboles centenarios, es realmente una de las mejores formas de empezar la aventura. Además, si tienes la suerte de visitarlo en otoño, los tonos dorados y rojizos de las hojas hacen que el paisaje sea aún más mágico.
Una vez llegues al castillo, no te detengas ahí. Es impactante pero si sigues caminando unos 10 minutos más, encontrarás el famoso puente de hierro Marienbrücke, un lugar que ofrece vistas espectaculares del castillo, el lago Schwansee y las cataratas de 45 metros que caen con fuerza en el valle. Desde aquí, el castillo parece salido de un cuento de hadas, flotando sobre la verde montaña y con los picos nevados de los Alpes como telón de fondo. Es el lugar ideal para hacer fotos o simplemente para contemplar la belleza de la región. La foto que encabeza el artículo es de este mismo sitio.
Frente al majestuoso Neuschwanstein se alza otro castillo menos conocido, pero igual de encantador: Hohenschwangau, la residencia de la infancia de Luis II. Este castillo, más modesto en comparación con Neuschwanstein, fue testigo de la juventud del rey y su fascinación por las leyendas medievales.