Si eres amante de la naturaleza y buscas una experiencia única, descubre la magia de la Selva Negra, situada en el sur de Alemania, es el destino perfecto para ti. Esta increíble región debe su nombre a los densos y frondosos bosques que la cubrían durante la Edad Media. En aquel entonces, los árboles eran tan espesos que la luz apenas penetraba, lo que hacía que el verdor se fundiera con la oscuridad, dando lugar al evocador nombre de «Selva Negra».
Descubre la magia de la Selva Negra
Aunque el tiempo ha pasado, esta región sigue siendo un paraíso natural, con vastas áreas de bosque que se conservan en su esplendor. Los abetos blancos y las píceas dominan el paisaje, y los viajeros tienen la oportunidad de perderse entre ellos recorriendo más de 20.000 kilómetros de senderos bien señalizados, perfectos para caminatas de todos los niveles.
Para comenzar esta ruta de ensueño, os recomiendo hacerlo en Friburgo, la capital de la región. Esta ciudad universitaria combina la vida vibrante de una urbe moderna con un toque medieval irresistible. Pasear por sus calles al atardecer es como retroceder en el tiempo: las fachadas medievales, su imponente catedral gótica y el ambiente acogedor que desprenden sus plazas invitan a detenerse, relajarse y disfrutar. Además, Friburgo es famosa por sus excelentes vinos, ¡una parada obligada para los amantes del enoturismo!
Desde Friburgo, la aventura continúa hacia los pintorescos pueblecitos de San Märgen y San Peter, enclavados en las laderas del Macizo de Kandel. Estos pequeños pueblos son perfectos para quienes buscan tranquilidad y naturaleza en estado puro. A cada paso, podréis admirar paisajes que parecen sacados de una postal: valles verdes, cielos despejados y casitas tradicionales. Aquí, el tiempo parece detenerse.
Nuestro siguiente destino nos lleva a las alturas, hacia el imponente Monte Feldberg, que con sus casi 1.500 metros de altitud, es la cima más alta de la Selva Negra. En invierno, este lugar se convierte en un destino perfecto para los amantes del esquí, con excelentes pistas y unas vistas impresionantes. Sin embargo, la magia no desaparece en verano: en los meses cálidos, el monte ofrece oportunidades para senderismo, ciclismo y otros deportes al aire libre.
Al descender del Feldberg, nos encontramos con el pintoresco lago Titisee, un lugar perfecto para disfrutar de deportes acuáticos. En invierno, la nieve y el esquí dejan paso a la vela, el baño y el senderismo. Este lago es uno de los más bellos de la región, y sus alrededores ofrecen múltiples alojamientos donde podréis descansar y disfrutar de la deliciosa gastronomía local.
La Selva Negra es también hogar de hermosas granjas familiares, especialmente en el Valle de Elz, donde los cerezos en flor crean un paisaje de ensueño en primavera. Además, este valle es famoso por su licor Kirsch, elaborado a partir de las cerezas locales, una delicia que no podéis dejar de probar. Altamente recomendado.
Para quienes buscan una experiencia romántica, subir al ferrocarril de la Selva Negra es casi obligatorio. Este tren os llevará a través de algunos de los pueblecitos más encantadores y mejor conservados de la región, como Gengenbach, famoso por sus coloridas casas de entramado de madera y su ambiente de cuento de hadas.
Y, por último, no hay mejor manera de finalizar la ruta que en Baden-Baden, una ciudad famosa por sus baños termales. Situada en el valle del Murg, Baden-Baden ha sido un lugar de descanso desde la época romana. Sus famosas termas de Caracalla son ideales para relajarse después de días de caminata, y la ciudad en sí es un deleite para explorar, con sus parques, museos y elegantes cafés.
¿Qué os parece? ¿Nos vamos de ruta por la Selva Negra?